miércoles, 18 de noviembre de 2015

MONTEVIDEO CIUDAD ONÍRICA


Andrés Capelán (periodista, humorista y blogista) nació en Montevideo en 1954). Se inició como periodista en la prensa obrera (El Omnibusero) y trabajó varios años en el quincenario Mate Amargo como cronista sindical, de internacionales, y humorista. Otros varios años más se ha venido desempeñando en la agencia de noticias Comcosur, colaborando también con la Agencia Latinoamericana de Información y otras publicaciones. En los últimos años ha escrito un puñado de cuentos y piezas humorísticas que se pueden leer en algunos de sus varios blogs derivados del primero: andrescapelan.blogspot.com.









domingo, 15 de noviembre de 2015

EL HOMBRE AZUL


BETTY CHIZ
Betty Chiz. (1935, Montevideo). Es periodista, escritora, fotógrafa, gestora cultural. activista política y social. Menciones  en poesía en 1960, en 1983, en el 2004. 
Fotografía Premios en el Salón Nacional de Fotografía, 1983; Cooperativa Bancaria, 2004. Exposiciones colectivas en Uruguay, Porto Alegre, Buenos Aires, y en la muestra de Arte Correo contra el Apartheid.  Exposiciones individuales de fotografía en Montevideo 2012,13 y 14 y La Habana.
Poesía: publica su primer libro individual Los versos del hoy por hoy (1983) edic. de autor; Tiempoverso (1984, colectivo) y participa en antologías en Uruguay, Chile, Argentina, México y España y en el Poemario de la I Bienal Internacional de Poesía, Brasilia, 2008, a cuyo Encuentro concurrió representando oficialmente a Uruguay.
Narrativa: publica en antologías en Uruguay; Los mil y un insomnios, en Toluca, México;  y en Revistas y periódicos.
Ponencias en los Encuentros Internacionales de aBrace (Montevideo, La Habana); en el XI Encuentro Latinoamericano de Poesía (Chile 2005) y en el I Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Letras, (Brasilia, 2011).  En mayo 2014 concurre al XVII Festival Internacional de Poesía de La Habana y allí realiza una ponencia en el Foro dedicado a la Mujer exponiendo el tema “Un legado de la lengua materna: transmisión oral poético-musical de la inmigración judía en el Uruguay”.
 Coordina el Espacio Mixtura, grupo multicultural y multidisciplinario.
Compartió un espacio radial de carácter cultural. Colaboró con la Revista Cultural aBrace Internacional. Integra el Consejo Editor de la revista de poesía “Lo que vendrá”. Ha integrado Jurados en Concursos de Poesía y Narrativa. Integró la Comisión Directiva de la Casa Bertolt Brecht. Integra la Comisión Directiva de Casa de los Escritores.

Noviembre de 2013, la editorial LoqueVendrá, editó el poemario  “Si por entonces muero”, que se presentó en el Centro Cultural Simón Bolívar y en la 37º Feria del Libro en Uruguay, también en Brasilia,  La Habana,  México DF y en Río Hondo (Santiago del Estero).

Fue designada a la presidencia internacional colectiva del Proyecto Cultural Sur en octubre del 2014

    



EL HOMBRE AZUL

Betty Chiz

Nunca había visto un hombre así. Como si se hubiese volcado un tacho de veinte litros de pintura azul desde la cabeza a los pies al tropezar con una escalera cuando el pintor de brocha gorda se dispusiese a comenzar su faena en la pared recién preparada.
Y no era cualquier azul el de su piel. Ni azul marino ni azul eléctrico ni azul de Prusia. No. Más bien un color azul cobalto. Sí. El señor era bajito, al menos para mí, un metro sesenta quizá, que para un hombre es una estatura baja y tenía un color contrastante con su cabellera rojo fuego que volaba a los vientos como medusa impaciente.

El hombre se presentó, con una reverencia y un golpe de sus tacos, como Monsieur Thenienne y deletreó su apellido. Su azul esmaltado reflejaba las luces de las luminarias y por ello era muy difícil fijar la mirada en él por mucho tiempo. Te herían. Tenía ojos oscuros que perforaban al interlocutor.
El recuerdo que tengo de mi niñez era el color de mis ojos y de mis cabellos. El color azul de mis ojos cambiaba de acuerdo al cielo o a la prenda que lucía. Mis cabellos fueron mutando de un lino al rubio ceniza, que porté con orgullo hasta que encanecí.
Pero mi piel es blanca. Y mi compañerita de banco en la escuela tenía la piel oscura, el pelo con motitas y dos ojos color verde que daba gusto mirarlos.
Pero un hombre azul así nunca había tenido noticias de su existencia. Si conocí negros casi azules que tenían sus ancestros africanos.

Era la primera vez que pude vivir esa experiencia. Hombre totalmente azul con su chaleco, su jubón, su pantalón ajustado hasta las rodillas y sus medias, todos atuendos del siglo XVIII, profundamente azules. Solamente faltaba un largo de Albinoni para completar el cuadro. Un privilegio en mi larga trayectoria de anticuario. Ese color no eximía a Mr. Thenienne a prosear amablemente conmigo, como decía un amigo “…y hablar de las cosas de la vida y el corazón…”

Yo hurgaba en mi largo catálogo de mi memoria intentando encontrar un personaje semejante – por el color cobalto – en las artísticas piezas de los maestros de los siglos precedentes. Vidrios soplados por los artesanos de Bohemia, jarrones vitrificados, polvos mágicos que en cualquier momento caerían sobre los bastidores tensos para la primera aguada. En ningún momento repasé los trabajos apócrifos del siglo XX donde ese color se obtenía sintéticamente, práctica que se usa aún hoy día.
Mr. Thenienne me consultaba por una montevideana que lo enamoró cuando en una visita a París rozó con sus suaves dedos todo su contorno. Se estremeció al punto que decidió seguirla, si fuese necesario, hasta el fin del mundo. Viajó de polizón. Por su tamaño no le fue difícil introducirse plegado en un baúl. Le preocupaba que su azul se desvaneciera porque el proceso físico podría verse afectado por cambios climáticos. No reparó en la diferencia horaria y el síndrome del viajero. Perdió su rumbo por unas horas, pero tuvo la buena estrella de dar conmigo en la Peatonal Sarandí, muy cerca de las Casas de Remate que abundan allí.

Yo sabía que ese color, ese azul, se había obtenido desde la antigüedad. El señor  manifestó su interés por recorrer las tiendas de viejo de Tristán Narvaja, buscar a la dama de la suave caricia. Volvió a taconear a la manera prusiana para despedirse y yo aproveché para meterme en el google donde obtuve la siguiente información:

Azul cobalto o azul de cobalto es la denominación de una serie de coloraciones de pinturas para uso artístico que se comercializan con ese nombre, que presentan un azul que puede ir de muy oscuro a claro, con una saturación débil a intensa.
También se ha llamado azul de cobalto o azul cobalto a los pigmentos minerales que se elaboran con aluminatos y silicatos de cobalto, y con mezclas de fosfato de cobalto y alúmina, que son la referencia originaria del color pictórico del mismo nombre.
Mas mi curiosidad me llevó más lejos, hasta el siglo XVII antes de cristo, Egipto, luego Micenas y Persia [1].
Nunca más supe de Mr Thenienne pero sí que lo vi esmaltado en el ánfora que  flanquea mi Anticuaria frente por frente al local de la competencia, el  Chateau Blue,  donde una maniquí vestida al estilo sufragista lo observa todos los domingos. Un guante de cabretilla color natural luce en su mano y antebrazo derechos y el otro guante lo conserva en su mano izquierda. Ella está sentada sobre un baúl con etiquetas de Roma, París, Bohemia, Sèvres, y más.


Betty Chiz 12-13 de noviembre de 2015


[1]Azul de esmalte

La forma más antigua del pigmento azul de cobalto es el «azul de esmalte», que consiste en vidrio con óxido de cobalto. En la antigüedad se conocían varias fórmulas para obtenerlo; se lo ha hallado en objetos procedentes de Egipto, de Micenas y de Persia; en Egipto ya se lo usaba en el siglo XVII a.C.
Para la fabricación del azul de esmalte se comenzaba por tostar minerales de cobalto, a fin de obtener óxido de cobalto. Luego se fundía este óxido con cuarzo y potasa (o con vidrio), de lo que resultaba un material vítreo de color azul oscuro intenso, que se pulverizaba al sumergirlo en agua fría. Tras lavar y moler este material para homogeneizarlo, se obtenía el pigmento que constituía el azul de esmalte. Para que conservara un color intenso no se lo debía moler demasiado finamente, por lo que tendía a ser áspero y granuloso.
Hacia mediados del siglo XVI, el azul de esmalte ya era utilizado por los cristaleros de Bohemia, que tal vez habían aprendido el método de los fabricantes de vidrio venecianos. La fabricación industrial del azul de esmalte se remonta al siglo XVI en Sajonia. Bajo la forma de vidrio de potasa coloreado con cobalto y pulverizado se usó hasta el siglo XVIII, principalmente para mejorar el volumen y acelerar el secado del vidriado de la loza, para dar color azul al vidrio y como pigmento pictórico. Para este último uso, el azul de esmalte es poco cubritivo y también poco colorante, aunque estable ante la luz y los ácidos.

Precursores del azul cobalto

Azul Thénard (azul cobalto auténtico)

En 1974 y 1975 se detectó aluminato de cobalto en objetos provenientes del antiguo Egipto, lo que demostró el uso de azul cobalto auténtico (azul Thénard) en el Egipto dinástico. Sin embargo, la técnica para obtenerlo se perdió hasta su redescubrimiento en el siglo XVIII.
En la primera mitad del siglo XVIII el químico suizo Georg Brandt consiguió aislar el componente azul del esmalte, comprobando que se trataba de cobalto. Este descubrimiento permitió el avance de la investigación sobre los pigmentos basados en este elemento, ya que hasta ese entonces se desconocía cuál era, de todas las sustancias presentes en la menade cobalto, la que producía el color azul. En 1777, J.G. Gahn y K.F. Wenzel redescubrieron accidentalmente el aluminato de cobalto, mientras que en 1795 el químico Joseph Leithner desarrolló para la manufactura de porcelanas de Viena un barniz azul de arseniato de cobalto y alúmina, a veces llamado «azul Leithner».